sábado, 13 de febrero de 2016

Relatos breves: "1982".-


La calle cortada, algunos esperan de ambos lados en ese espacio donde las veredas se confunden con las vías. En el asfalto habrá a lo sumo una fila de 2 o 4 autos sin apuros. El tren se frena, estamos a pocos metros de los vagones. Mi abuelo me agarra de la mano y me dice convencido y sin esperar: Vamos! No podemos atravesarlo al mismo tiempo, él pasa entre las junturas de los vagones, un poco trepando, otro tanto saltando y me espera de frente, tengo miedo, mucho. Construyo imágenes mentales, secuencias en las cuales ese gigante de hierro se mueve y me aplasta o me lleva, no sé a qué cosa le tengo más miedo; mi abuelo me dejó sin opciones, tengo que pasar… Luego de dudar y esperar algún no sé qué, que no ocurrirá, con una mezcla de lentitud apurada, tembloroso, comienzo a atravesar con un esfuerzo infinito un tiempo que se me torna eterno; me restarán apenas cincuenta centímetros más que traspasar de esta tortura, las manos de mi abuelo me alcanzan del otro  lado, me dan tranquilidad, ya estoy salvado, me quedo y me ayuda a saltar, por fin salimos de la zona inmediata de los vagones. Miro atrás, ahora con cierto respeto y una impresión de orgullo. El tren sigue detenido, gigante desde mi vista de cuatro años, con ese sonido de miles de kilos de hierro que chocan, rechinan, tiran, sonidos que retumban cuando se acomodan los vagones junto a cualquier mínimo impulso, movimientos de centímetros que abundan en resonancias metálicas y que de a ratos se mezclan con el silbido de la máquina. Nosotros seguimos.

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